Muchos padres y madres se preocupan cuando sus hijos comienzan a decir mentiras. Las mentiras en la infancia son algo totalmente normal y bastante habitual, por lo que no debemos preocuparnos en exceso ni darles más importancia de la que tienen. Aun así, es necesario saber cómo afrontarlas para que no se conviertan en el día a día de nuestros hijos. En este artículo hablaremos sobre las mentiras en la infancia, por qué mienten los niños y cómo afrontarlo sin castigos para lograr una buena relación de confianza con tus hijos. ¿Nos acompañas?
¿A qué edad empiezan a mentir los niños?
La capacidad de mentir implica un cierto grado de desarrollo cognitivo, podemos empezar a ver mentiras en niños y niñas de unos dos años de edad, pero estos no comprenden realmente la mentira.
A partir de los cuatro años es cuando la mayoría de niños y niñas tienen un nivel de desarrollo cognitivo que les permite empezar a entender cómo funcionan las mentiras. Nos daremos cuenta porque empezarán a mentir para ocultar pequeñas trastadas, siendo conscientes totalmente de que lo que nos están contando no es verdad.
Se trata de mentiras inocentes, que suelen ser muy fáciles de identificar porque los peques se ríen al contarlas o se ponen nerviosos, diciendo la verdad en cuanto le preguntas un par de veces.
A lo largo de la infancia las mentiras se van a mantener, siendo cada vez más complejas y elaboradas, aunque atendiendo siempre a los mismos motivos: llamar la atención, ocultar algún desastre, imitación… De estos motivos os hablaremos en profundidad más adelante.
Evidentemente no es lo mismo una mentira de un niño de tres años que una mentira de un niño de diez, por eso debemos aprender a reaccionar ante ellas para gestionarlas de una forma efectiva.
De nada sirve castigar a los peques cuando cuentan mentiras, como veremos más adelante, ya que eso no hará que dejen de contarlas, solo perfeccionarán su técnica para evitar ser pillados.
Lo que debemos hacer es fomentar una buena relación de confianza con nuestros hijos, pero teniendo claro que alguna vez van a mentir y que… ¡Oh, sorpresa! ¡No pasa nada! Como ya hemos mencionado, las mentiras son algo normal y natural.
Desarrollo de las mentiras en la infancia
Como ya mencionamos anteriormente, el desarrollo de las mentiras implica un buen nivel de desarrollo cognitivo. Para que un peque pueda mentir ha de ser consciente de que las personas que hay a su alrededor tienen ideas propias y que no todos deben pensar como él.
Es por esto por lo que los niños menores de cuatro años, cuando cuentan mentiras no son realmente conscientes, ya que se encuentran en una etapa de desarrollo muy egocéntrica en la que tienden a pensar que todos piensan y se sienten como ellos, por lo que les cuesta entender el concepto de mentira.
Contar mentiras implica también ciertas habilidades de inhibición, para evitar así ser descubiertos. El desarrollo de estas habilidades será mayor cuanto mayor sea el desarrollo cognitivo del niño o niña, con los años van perfeccionando las técnicas.
Mentir también tiene mucho que ver con la memoria, los niños y niñas que cuentan mentiras están trabajando y mejorando su memoria, ya que deben usarla para poder mantener la mentira y no cambiar sus versiones, aunque cuando son pequeños es muy habitual que cambien de versión a cada rato, esto es porque su memoria es todavía limitada.
Como ves, las mentiras no son del todo malas, ya que nos indican que nuestros hijos están teniendo un buen desarrollo cognitivo, eso sí, tampoco debemos aplaudirles ni premiarles por decir mentiras, por eso debemos aprender a gestionarlas de la mejor manera posible.

¿Por qué mienten los niños?
Para entender un poco más cómo funcionan las mentiras en la infancia y poder gestionarlas de forma adecuada, debemos comprender primero cuáles son las causas.
Aunque las causas de las mentiras en la infancia pueden ser de lo más variadas, la mayoría atienden a las siguientes razones:
- Evitar un castigo: esta suele ser la causa principal, sobre todo en niños y niñas pequeños. Esconder una trastada mediante una mentira por el miedo a las consecuencias es muy habitual.
- Conseguir algo: esto suele estar muy relacionado con el exceso de premios en la infancia, educar con premios y castigos no es la manera más eficaz, ya que sin darnos cuenta estamos favoreciendo las mentiras. Por ejemplo: “cuando termines los deberes te daré un helado”, es posible que, aunque no termine los deberes, te diga que sí porque quiere obtener ya su recompensa.
- Llamar la atención: muchos niños y niñas se inventan cosas como pueden ser los dolores físicos, para conseguir la atención de sus progenitores. Cuidado si se produce muy a menudo, debemos reflexionar si estamos dándole toda la atención que precisa.
- Frustración: hay niños que se inventan mentiras porque se sienten frustrados por algo, suele ser habitual que las mentiras las cuenten para quedar bien con sus compañeros, diciendo que tienen el último juego cuando sus padres no se lo han comprado, por ejemplo.
- Evitar la vergüenza: va muy en consonancia con evitar el castigo, pero muchas veces no es el castigo en sí lo que temen los niños, si no pasar vergüenza por haber hecho algo inadecuado.
- Imitación: como bien decimos siempre, los adultos somos como un espejo para nuestros hijos, todas nuestras acciones repercutirán en su comportamiento, por lo que si nosotros mentimos, ellos también lo harán.
Debemos tener en cuenta también los factores sociales, los niños y niñas que tienen hermanos mayores tienden a mentir o hacer trampas antes, también aprenden esto en el cole con su grupo de iguales.
Toda nuestra sociedad nos muestra a diario las mentiras, por lo que no solo debemos dar nosotros un buen ejemplo, si no que debemos de fijarnos en todo y tratar de filtrar todo lo que ven nuestros hijos (publicidad, dibujos, etc.) y aprovechar cada oportunidad para enseñarles que no se debe mentir.

Cómo afrontar las mentiras en la infancia
Si has llegado hasta aquí entenderás que las mentiras no son del todo malas y que hay que buscarles el lado positivo, pero dirás… ¿Cómo debo afrontarlas? No te preocupes, no estás sol@, aquí te daremos algunas pautas, pero no todo es mágico ni surte efecto de la noche a la mañana, es probable que acabes pillando a tu peque en más de una mentira y no pasa absolutamente nada.
Para evitar las mentiras debemos ofrecer a nuestros hijos un ambiente seguro, en el que sientan que pueden confiar en nosotros pase lo que pase.
Si tú regañas a tu hijo por romper un vaso cuando estaba jugando con él y le estabas advirtiendo que se podía romper, lo que hará la siguiente vez que suceda y no estés delante es ocultarlo y mentir. ¿Qué puedes hacer en esa situación? Lo que debes hacer es mostrarle las consecuencias de sus actos.
Cuando se rompe un vaso por estar jugando, la consecuencia directa es que hay que recoger los pedacitos. Si tu hijo es lo suficiente mayor, deberá pasar él la escoba y recoger el líquido que se haya derramado. Si tu peque es todavía muy pequeño, la consecuencia puede ser que, a partir de ahora, deberá usar un vaso de plástico hasta que aprenda a no jugar con él.
Cuando enseñamos las consecuencias pero no nos enfadamos, ni gritamos, ni castigamos… los niños se sienten más seguros y confiados, porque saben que aunque una acción tenga una consecuencia, no será algo negativo como un castigo, por lo que es más probable que no mientan si algo les sucede.
Debemos ser un buen ejemplo para nuestros hijos, por lo que no debemos mentir delante de ellos ni mucho menos mentirles a ellos. Muchas veces les contamos mentiras pequeñitas a nuestros niños, pero cuando ellos se dan cuenta de que les estamos mintiendo, aprenden que mentir está bien.
Aunque criemos a nuestros hijos en un ambiente seguro, puede ser que nos intenten colar alguna mentirijilla, ¿Cómo debemos reaccionar en estos casos cuando ya se ha producido la mentira?
¿Qué hago si mi hijo miente?
Llegamos al kit de la cuestión, ¿Cómo debo reaccionar ante una mentira de mi hijo?
- Ser firme: ante todo, debemos ser firmes y claros al explicarles que las mentiras no están bien y que no nos gustan.
- Evitar los castigos: los castigos son efectivos a corto plazo, pero no enseñan las consecuencias reales de los actos y no son beneficiosos para los niños ni los padres.
- Tomárselo en serio: no debemos tomarnos las mentiras a broma o ser indiferentes, mucho menos reírnos porque nos haya parecido ingenioso (esto a veces cuesta, pero hay que hacer el esfuerzo).
- Enseñarle las consecuencias: los niños deben entender que las mentiras son algo negativo, ya que con ellas no solo se hacen daño a sí mismos, si no que también hacen daño a otras personas.
- Enseñarle valores: la verdad y la honestidad son valores que los niños deben aprender desde pequeñitos, también han de ser capaces de dar la cara y decir la verdad después de una mentira.
- Todos fallamos: no exijamos a los niños ser perfectos, si has pillado a tu hijo en una mentira, enséñale que todos podemos fallar y que lo importante es saber reconocer el error. Debes ofrecerle seguridad y confianza para poder enmendar sus errores.
- Beneficios de decir la verdad: esta es quizás la más importante, si nos enfocamos en los beneficios de decir la verdad, tu peque evitará, siempre que pueda, la mentira. Para esto puedes valerte de cuentos con moraleja, en los que no se castigue la mentira, si no que se premie la verdad.

Por último, es importante también, sobre todo cuando los peques empiezan a crecer, explicarles la diferencia entre las mentiras malas y las mentiras piadosas.
No se trata de que les demos vía libre para mentir, pero sí es importante y necesario que entiendan que hay ocasiones en las que “mentir” u omitir la verdad puede estar justificado si estamos evitando hacer daño a terceras personas, aunque esto debe ser siempre la excepción y no la regla, ya que decir la verdad tiene muchos más beneficios para todos.
Si has llegado hasta aquí, esperamos que estés más relajado y menos preocupado con el tema de las mentiras en la infancia. Recuerda ser siempre un buen ejemplo pero no te agobies, nadie es perfecto y todos hemos mentido en alguna ocasión.
Cuento sobre las mentiras
TINA, LA GOLONDRINA QUE APRENDIÓ A DECIR LA VERDAD
En lo alto de un establo en la granja del señor Paco, hay un precioso nido de golondrinas. Allí vive Tina la golondrina junto a toda su familia.
En la granja viven también otras golondrinas y otros animalitos como cerditos, vacas, ovejas y cabras.
La granja donde vive Tina la golondrina se encuentra muy cerca de un bosque, por lo que todas las golondrinas salen cada día a volar por el bosque en busca de alimento y diversión.
Tina es una golondrina buena, pero tiene un pequeño problema… Le gusta mucho inventarse cosas, es un poquito mentirosa.
Cuando Tina era más pequeña, todas sus amigas habían aprendido a volar, ella todavía no sabía pero mintió y dijo que sí. Las demás golondrinas, que no se lo creían, le pidieron que lo demostrara, y Tina para no desvelar su mentira, lo intentó.
Ese día se cayó del nido y se fracturó un ala, por culpa de su mentira tardó mucho más tiempo en aprender a volar.
Pero esa no fue la única mentira de Tina la golondrina, ella tenía siempre una mentira nueva cada día.
En una ocasión, se inventó que había visto un dinosaurio en el bosque. Sus amigas golondrinas sabían que los dinosaurios se habían extinguido hace tiempo, pero aún así decidieron comprobarlo. Cuando llegaron al lugar, Tina se excusó diciendo que el dinosaurio se había marchado, pero juraba y perjuraba que era verdad.
En otra ocasión aseguró que para su fiesta de cumpleaños vendría el cómico Bartolo el loro. Todos los animales de la granja acudieron emocionados a su fiesta, pero se llevaron un gran chasco cuando Bartolo el loro no apareció. Una vez más, Tina se excusó diciendo que se había perdido por el camino.
Aunque las mentiras de Tina algunas veces eran graciosas, sus amigas golondrinas estaban ya un poco cansadas, así que decidieron hablar con sus papás.
La mamá de Tina les explicó que ella trataba de evitar sus mentiras pero no encontraba la manera, Tina no paraba de mentir. Por otro lado, su papá se mostraba avergonzado, él siempre le había explicado a Tina que mentir está mal, pero ella parecía no entenderlo.
Las golondrinas amigas de Tina recurrieron entonces al cerdito Nico, porque de todos es sabido que los cerdos son muy listos. Después de contarles la situación, el cerdito se echó a reír diciéndoles que ellas tenían la culpa por ser tan tontas y creerse sus mentiras.
Acudieron entonces a la vaca Paca, que era una señora muy tranquila y sosegada. Le contaron su problema y la vaca les recomendó no ser amigas de Tina nunca más, así no tendrían que aguantar sus mentiras.
Esa solución no les servía, porque las amigas de Tina la golondrina la querían mucho, a pesar de que les contase mentiras cada día. Tenía que haber otra solución… ¿Pero cuál?
El gallo Ramseri, que estaba observando a las preocupadas golondrinas, decidió ayudarlas. Se posó junto a ellas y les explicó que la única solución era encontrar a la bruja Maruja, ella era la única capaz de ayudarles con su problema.
Las golondrinas atendieron a las indicaciones del gallo Ramseri para llegar hasta la casa de la bruja Maruja, con todo bien anotado en un papel fueron en busca de Tina la golondrina.
Esta vez, las golondrinas tuvieron que engañar un poquito a Tina para que las acompañase a casa de la bruja Maruja, todas le dijeron que le tenían una gran sorpresa… aunque en el fondo, tampoco era mentira.
Después de mucho volar por el bosque, por fin llegaron a la casa de la bruja Maruja. Una vez dentro, todas las golondrinas le explicaron que Tina no paraba de mentir… ¡Necesitaban una solución!
Tina, sorprendida por la situación, accedió a ser ayudada por la bruja Maruja. Ella no sabía que sus amigas estaban tan cansadas de sus mentiras y un buen conjuro era la solución perfecta para dejar de mentir sin ningún esfuerzo.
La bruja Maruja empezó a meter distintas hierbas en un caldero al fuego, un humo espeso y verde salía de la mezcla. Mientras removía, murmuraba palabras que las golondrinas no conseguían entender, ya estaban un poco asustadas cuando de repente…
—¡RAS, RAS, RAS, NO MENTIRÁS JAMÁS! —Exclamó la bruja, acto seguido desapareció.
Todas las golondrinas miraron a Tina expectantes…ella parecía igual que siempre, pero debían esperar para saber si el conjuro había funcionado.
Tina la golondrina y sus amigas, volvieron volando a casa. Por el camino, Tina no dijo ni una sola mentira. ¿Sería casualidad o el hechizo había funcionado? Solo quedaba esperar.
Pasaron días y semanas y Tina no decía ninguna mentira, en cambio se había vuelto demasiado sincera, el conjuro le obligaba a decir siempre la verdad.
Se acercaba el cumpleaños de una de las golondrinas, por lo que todas estaban muy contentas preparando una fiesta sorpresa. Tina y las demás estaban pintando una pancarta para la cumpleañera cuando, de repente, esta apareció.
Las golondrinas escondieron rápidamente la pancarta para no descubrir la sorpresa y empezaron a disimular.
—¿Qué estáis haciendo, amigas? —Preguntó la golondrina cumpleañera.
—Estamos preparando un cartel para tu fiesta sorpresa. —Respondió rápidamente Tina.
—¡Tina, nos has arruinado la sorpresa! —Gritaron todas enfadadas.
Lo que las golondrinas no entendían es que Tina no lo había hecho a propósito, el conjuro de la bruja Maruja le obligaba a decir siempre la verdad, no podía decir ni una sola mentira, aunque fuese una mentira piadosa.
Unos días después, Tina la golondrina estaba con su mamá en la tienda cuando apareció la vaca Paca, que venía de la peluquería.
—¿Os gusta mi nuevo peinado chicas? —Preguntó la vaca Paca.
—La verdad es que estás horrible, te queda fatal. —Respondió Tina la golondrina.
—No le hagas caso, son cosas de niños, estás muy elegante, Paca. —Respondió la mamá de Tina, llevándosela rápidamente a casa.
La vaca Paca se quedó muy disgustada, Tina había sido un poco grosera, aunque no le gustase su nuevo peinado podría haberlo dicho de otra forma.
La mamá de Tina, sorprendida por la reacción de su hija, le explicó que no debía haber dicho eso.
—Pero si solo dije la verdad, como siempre me pedís todos. —Replicó Tina.
—A veces, las verdades pueden herir a la gente, en ese caso debemos intentar decirlas de la manera más suave posible o, simplemente, callarnos. —respondió su mamá.
Después, le explicó en una larga conversación lo que eran las mentiras piadosas.
—A veces, no es malo contar una pequeña mentira para guardar un secreto, como una fiesta sorpresa… O evitar decir toda la verdad si con ella vamos a herir los sentimientos de otra persona, como en el caso del nuevo peinado de la vaca Paca. —le dijo su mamá.
—Entonces mamá, ¿hubiese sido mejor que le dijese a la vaca Paca que me gustaba su peinado, aunque esto no era cierto? —preguntó Tina.
—No es necesario, porque hay que ser sinceros, en esa ocasión habría bastado con no responder o, decir amablemente que te gustaba más su peinado anterior, pero sin faltar al respeto diciéndole que estaba horrible. —le explicó su mamá.
—Creo que ya lo entiendo, mamá, pero el conjuro de la bruja Maruja me obliga a decir siempre lo que pienso. —respondió Tina.
La mamá de Tina, que no sabía nada sobre el conjuro, se quedó horrorizada. ¡Su hija había sido hechizada por una bruja! Rápidamente convocó una reunión con las amigas de Tina para entender lo sucedido.
Las golondrinas acudieron de inmediato y le explicaron a la mamá de Tina que todas estaban cansadas de sus mentiras, por eso habían acudido a la bruja Maruja, pero que no debía preocuparse porque la bruja Maruja era una bruja buena.
La mamá no parecía del todo convencida, estaba bien que su hija ya no contase mentiras, pero no quería que fuese debido a un conjuro, debía decir la verdad por sí misma.
Entonces, cogió a su hija Tina y juntas fueron de nuevo a ver a la bruja Maruja.
Después de explicarles lo sucedido, la bruja Maruja accedió a retirar el conjuro. Una vez más, cogió su caldero y se puso a murmurar mientras mezclaba distintas hierbas. Un humo espeso y verde salía de la mezcla, cuando de repente…
—¡RAS, RAS, RAS, SIEMPRE TU MISMA SERÁS! —Exclamó la bruja, acto seguido desapareció.
Tina la golondrina y su mamá volvieron volando a casa. Esta vez, Tina se sentía diferente, se sentía más auténtica que nunca.
Desde la última visita a la bruja Maruja, Tina no volvió a mentir, pero no por ningún conjuro, sino porque comprendió que las mentiras no eran buenas y que decir la verdad era mucho más fácil.
Bueno… alguna mentirijilla si que siguió contando, como cuando ella y su mamá decidieron sorprender a su papá con un regalo y casi las descubre, Tina se inventó una excusa rapidísimo y gracias a ella su papá no las descubrió, pero ya sabemos que las mentiras piadosas a veces no están tan mal.
¡Y colorín colorado, sin mentiras ni engaños, este cuento se ha acabado!
¡Do it right, protect their future!